Recientemente, la discusión sobre la creación de la marca del Metro de Quito ha tomado protagonismo, especialmente después de las declaraciones del ex alcalde Jorge Yunda. Yunda ha calificado de “despilfarro” el costo de $50,000 para la creación de esta identidad, argumentando que se podría contratar a un diseñador por $500 o incluso utilizar inteligencia artificial para realizar el trabajo de forma gratuita.
Sin embargo, estas afirmaciones desestiman el valor real que una marca puede aportar a un servicio público como el Metro. Crear una marca efectiva no solo involucra el diseño de un logotipo; es un proceso estratégico que incluye investigación de mercado, desarrollo de identidad visual, creación de mensajes que resuenen con la comunidad y la construcción de una relación duradera con los usuarios.
Los expertos en diseño argumentan que una marca bien elaborada tiene un costo que va más allá de las tarifas de un diseñador. El proceso puede incluir análisis de la competencia, desarrollo de guías de estilo y campañas de comunicación. Por ejemplo, empresas reconocidas invierten sumas que superan los $100,000 para crear marcas que generen impacto y conexión emocional. Esta inversión puede resultar crucial para el éxito a largo plazo de cualquier servicio, incluidas las instituciones públicas.
Además, la marca del Metro de Quito no es solo un símbolo; es un vehículo para transmitir confianza, seguridad y calidad. La percepción de un servicio público se construye a partir de la experiencia del usuario, y una marca sólida puede influir positivamente en cómo se percibe el metro. Ignorar la importancia de la marca en un contexto donde la movilidad es esencial es un error estratégico.
Por otro lado, el argumento de que el Metro no necesita ser memorable porque no es una empresa también es engañoso. En un mundo donde la competencia por la atención y la lealtad de los ciudadanos es feroz, la identidad visual y el mensaje que transmite la marca del Metro son vitales para fomentar el uso del servicio. Una marca efectiva no solo aumenta el reconocimiento, sino que también crea un sentido de pertenencia y orgullo en la comunidad.
La creación de una marca para el Metro de Quito debe verse como una inversión, no como un gasto. Ignorar esta realidad podría llevar a consecuencias negativas para la percepción y uso del servicio en el futuro.